Después de una semana de nervios y de tensión, una semana en la que parecía que nos jugábamos el trabajo de 6 meses, una semana que se iba a resumir en 60 minutos, sólo eso, 60 minutos.
08:15 Llegábamos a Aitxarte, preciosa la imagen del campo, de noche, con los leds de las escaleras y las luces de la grada encendidas, pero con los focos apagados, el terreno de juego a oscuras, daba la sensación como de encontrarse en un concierto y estar esperando a que suba el telón y empiece la música, sin embargo, silencio, ni un grito, la calma que procede a la tormenta, al ajetreo, a la intensidad y las ganas, a la pasión,… al fútbol.
Cinco minutos después saltábamos al campo, un calentamiento para ir despertando, para encender la maquinaria, poco a poco ganando calor y subiendo pulsaciones, así hasta llegar al punto óptimo, en ese momento parón y al vestuario.Charla, breve y concisa, todo el mundo sabía lo que tenía que hacer.
Vuelta al campo a trote, ya preparados para conquistar la liga, se colocan en el medio del campo, aplauden a la grada, a esos fieles seguidores que sábado tras sábado les acompañan, sorteo de campo, grito de «guerra» y pitido inicial.
Algo más de sesenta minutos después; un corro de jugadores y una canción: «¡CAMPEONES, CAMPEONES!» ¿Qué había pasado?
Pues había pasado lo de siempre, pitido inicial y balón a rodar, el cuero casi siempre en poder local, y cuando no lo teníamos, presión, presión y presión. Intensidad, intensidad e intensidad, menos fútbol y más ganas, los nervios afloraban y la única forma de escaparse de ellos era correr, correr y correr, no cansarse de buscar el balón y una vez que lo teníamos atacar, atacar y atacar y no perder de vista ni un instante la portería rival.
Quizás fuesen el ritmo, la intensidad, los nervios y/o las ganas, los culpables de ver un partido más gris que de costumbre, pero aun teniendo esta tonalidad con cada gol del Loiola, el cielo se despejaba un poquito y rayos de felicidad salían de la cara de los jugadores. Menos de 7 minutos tardamos en abrir la lata, la cosa pintaba bien, al gol de penalti de Martín, le seguirían 2 de Kerman y otro del «10» rojillo. El Getxo recortaría distancias en una buena contra, que no subimos parar a tiempo, pero Atela y otra vez Kerman cerrarían la goleada. 6-1.
Sí, contra el Getxo, sí, el segundo clasificado y sí, un partido gris. ¡Qué exigencia la de los misters! ¡Golear al segundo y no quedarse satisfechos del todo! Pero para los jugadores… ¡¡Comenzaba la fiesta!! Típica laaaaaargaaaaa ducha, con ropa incluida, cánticos, risas y buenos momentos.
Zorionak mutilak merezi duzue eta! AUPA LOIOLA!!! Y a seguir entrenando con las mismas ganas.
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